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La República Checa es un país centro europeo con una historia bastante apasionante. Su geografía está plagada de grandes y hermosos castillos y palacios pertenecientes a los antiguos reyes y personajes importantes de la antigua Europa. También cuenta con grandes cadenas montañosas, caudalosos ríos y lagos, amplias áreas forestales y reservas naturales. Se compone de tres territorios históricos: Bohemia, Moravia y Silesia.
Debido a sus condiciones geológicas, la República Checa es un país rico en minerales, muchos de ellos usados con fines curativos desde hace siglos. Es por esta razón que se reparten numerosos spas y balnearios a lo largo del país.
Hay multitud de ciudades y pueblos que merece la pena visitar en la República Checa. Pueblos como Telc, con su castillo renacentista de arquitectura única y su plaza triangular, Cesky Krumlov, conservada como un típico pueblo medieval o Kromeriz, una de las ciudades más antiguas, son lugares ineludibles.
No dude en participar en alguna de las muchas fiestas típicas de la República Checa, donde fiestas como la Pascua o la Navidad siempre conservan rasgos característicos de tradiciones heredadas de tiempos antiguos. Los platos típicos de estas fechas inundarán los restaurantes y las casas de los lugareños.
Praga es la capital del país y el centro administrativo, económico y cultural de la República Checa. Su centro histórico está incluido en la lista de la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Los monumentos más famosos y con mayor prestigio son el conjunto de edificios que conforman el Castillo de Praga, en lo más alto de la ciudad, el Puente de Carlos, el Reloj Astronómico o alguno de los didácticos, históricos y artísticos museos.